Las mujeres y la culpa
«Nunca he conocido a una mujer que no sea fuerte. No existen». Dijo la diseñadora Diane Von Furstenberg. En Animosa hemos ido de abanderadas del término SuperMujer y comentado alguna vez que los superpoderes nos vienen de serie, pero queremos desarrollar el tema para dejar algunos puntos claros. Porque, señoras, lo de Mujer trabajadora es redundante, y además súmale ser hija, amiga, psicóloga, empleada (cuando no jefa), mediadora, madre… ¿Cuándo nos permitiremos el lujo de creer que no tenemos que ser perfectas? No deberíamos siquiera intentar serlo. ¿Por qué no dejamos de sentirnos culpables por todo? Hoy vamos a hablar de las mujeres y la culpa y, como mínimo, vamos a quitarnos la capa de Super Woman.
La culpa: una emoción heredada
Diversos estudios confirman que la mujeres experimentan el sentimiento de culpa con mayor intensidad que los hombres. Tendemos a pedir perdón por todo. La herencia de una cultura patriarcal reforzada por el cristianismo: Desde niñas se nos inculcan normas que fomentan la obediencia. De este modo, aprendemos a sentirnos culpables si hacemos algo que «no se debe» hacer. Hemos sido educadas para ser niñas buenas, serviciales, pacientes, dóciles y compasivas.
¿Cuántas veces te han dicho eso de «sonríe mujer, que es gratis»? Nos hacen sentir culpables por mostrar cualquier sentimiento que se aleja de la dulzura, la alegría y la inocencia, y eso (por lo menos a nosotras) nos saca de quicio.
Machismo disfrazado de altruismo
Existen, además, ciertas reglas no escritas en las que se dice que la mujer debe sentirse más culpable que el hombre si se ausenta del hogar, bien para trabajar, bien para irse de fiesta, ya que es un tiempo que le roba a la atención y al cuidado de los demás. Si no lo hacemos, somos «malas mujeres». Y el club de las malas madres se queda corto. Porque podríamos fundar clubes de malas hijas, malas amigas, malas trabajadoras y hasta malas egoístas.
Nos enseñan a ser buenas hijas, buenas madres (y ni hablamos de si has tomado la decisión de no tener hijos), trabajadoras eficientes, parejas comprensivas, amigas incondicionales y, además, fieles a nosotras mismas. La presión que ejerce esta cantidad de papeles que tenemos que desempeñar hace que nos sintamos responsables de la felicidad de los demás. Y sí, nadie nos pone una pistola en la cabeza para que complazcamos a todo quisqui, pero es innegable que los modelos femeninos destacan por el machismo disfrazado de altruismo.
La culpa en las mujeres
El problema es que las mujeres hemos ganado terreno en nuevos campos, pero no hemos delegado las tareas en los campos que ya liderábamos. O no nos han tomado el relevo, llámalo como quieras. El tema es que no hemos compensado, así que ahora nos faltan manos.
En el camino hacia la igualdad de género, las mujeres hemos ido logrando una serie de derechos, a la vez que hemos ido adquiriendo más responsabilidades. Que no te engañen cuando dicen que las mujeres de antes sí tenían motivos para luchar por la igualdad, porque tú tienes el mismo papel en la sociedad que tu abuela y las mismas responsabilidades que ella, pero encima se han sumado diez más.
Y como podemos hacerlo todo, tendemos a creer que debemos hacerlo todo. Luchar por realizarnos como personas nos ha llevado a un nivel de autoexigencia peligroso: Nos falta tiempo. ¿A quién se lo quitamos? A nosotras mismas.
La culpa, un mecanismo de control
Solo tienes que abrir una revista cualquiera o encender la televisión para encontrar ejemplos de cómo la sociedad y los medios nos hace sentir culpables. A las mujeres nos venden culpa si comemos demasiado, envejecemos dignamente y no lucimos de acuerdo al imaginario colectivo, son mecanismos para distraernos de lo que verdaderamente vinimos a hacer: ser nosotras mismas y ser felices.
La culpa es una forma de violencia. Aceptar nuestra imperfección nos hace libres. Erramos. Fallamos. A las demás y a nosotras mismas. No somos perfectas.
Mujeres sin culpa
- IDENTIFICA la conducta que te hace sentir culpable.
- ACEPTA que tenemos la condición de ser humanas y con todo el derecho a equivocarnos.
- RECONOCE tus límites y no te exijas más allá de ellos.
- EXPRESA verbalmente cómo te sientes frente a cualquier acto que hayas realizado.
- REFLEXIONA acerca de posibles soluciones al problema que te angustia. Seguro que encuentras una válida para ti.
- RESPONSABILÍZATE de tu conducta pero no te sientas culpable de ella. La responsabilidad impide anclarte en la culpa y te ayuda a resolver el problema.
Sentirse culpable constantemente te impide vivir el presente y avanzar en la vida ¡Déjate de culpas! Sé feliz como lo desees y lo sientas, y no como esta sociedad (o tu educación, o tu religión) te diga que tienes que serlo.
La relación entre las mujeres y la culpa es enfermiza. Somos las heroínas de la historia, tenemos el superpoder de hacer esto y lo otro, ¿eso nos convierte en super mujeres? Quizá, pero en Super Mujeres sin capa. ¿Qué opinas tú? Te leemos.
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